Desde que la ataxia Espino cerebelosa 42 llegó a mi vida desde muy pequeña, mi concepción de normalidad es ligeramente diferente. Mi cuerpo se mueve con torpeza, desafía al diario mi coordinación y mi hablar es pausado hasta por momentos cansador en un mundo donde se valora la rapidez.
Por largo tiempo he intentado, por todos los medios ponerme a la par de las personas lo que representó un gravísimo error, caminar como ellos, hablar como ellos... Pretender encajar resultó frustrante, estaba disgustada con mi propio cuerpo pues no me ajustaba a ciertos cánones de movimiento y apariencia.
Mi cuerpo tambaleaba y la fluidez que se esperaba no siempre estaba presente, no paraba de compararme y esta conducta se acentuó durante mi adolescencia dado que era objeto de burlas y risotadas. Confieso que llegué a sentirme menos, pero entendí que mi valor como persona no está determinado por la capacidad de mi cuerpo.
A menudo, celebro las pequeñas victorias como un paso firme o una frase dicha con claridad. Descubrí una fuerza interior que no sabía que tenía.
Yo no me ajusto el molde, tengo mis particularidades, al principio me he cuestionado mi ritmo una y otra vez, no me resigné sino que acepté lo que soy y cómo soy.
Me libero de la tiranía de las normas impuestas, mis movimientos, mi historia va mucho más allá de cualquier expectativa superficial.
Quiero invitarte a reflexionar sobre tus propias ideas de normalidad, y acerca de tus estándares.
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