Una frase precisa en el momento justo

 


Hoy no voy a escribir sobre síntomas, ni terapias, ni diagnósticos, solo quiero contarles algo que me acaba de pasar y me sacudió por dentro. 

Como ustedes saben, buena parte de mi rutina incluye la terapia física, al finalizar, cansada me subo colectivo puedo, pero los asientos estaban todos ocupados lo cual no es raro pero lo que siguió sí dolió aún más. Al verme subir, con mi andar inestable y mi necesidad evidente de un lugar seguro, varias miradas se desviaron, algunos se hicieron súbitamente los dormidos mientras que otras encontraron fascinante el paisaje por la ventanilla. La indiferencia duele, te hace sentir invisible. Yo estaba ahí, literalmente colgada del pasamanos intentando mantener el equilibrio con cada curva o frenada. En medio de esa marea humana reconocí un rostro pero nuestros caminos se habían separado hace ya algunos años. Nuestras miradas se cruzaron por una fracción de segundo pero ella se hizo la indiferente como si yo fuese una extraña más. 

Ya totalmente desbordada, frustrada, enojada y cansada de no solo tener que luchar con mi cuerpo que hace lo que le viene en gana, también con la ceguera voluntaria de los demás. Giré sobre mí misma buscando otro punto de apoyo y entonces lo vi, pintado en un muro bajo, un graffiti que me gritaba no mires para otro lado. 

Wow, quedé petrificada... Casualidad? En ese preciso instante? Cuando más invisible me sentía una pared me devolvió la frase perfecta en el momento justo. La cabeza me hizo un click, impulsada por esa extraña señal, cambié mi postura, primero reclamé el asiento que me corresponde por discapacidad y ya sentada le pedí a mi conocida que se acercara y le pregunté si acaso no se acordaba de mí y ella me respondió que sí que me reconoció y me preguntó: qué te pasó? Por qué estás así? Con un tono de mezcla de curiosidad y lástima haciendo una clara alusión a mi estado físico. Empecé a explicarle lo más claro y sencillo posible, mientras le hablaba, su incomodidad crecía Y una vez más miró para otro lado y esa fue su respuesta final. 

Todo esto me dejó pensando más que nada en su reacción, no sé, no creo que haya sido por maldad, puede que se trate de una mezcla de varias cosas, tal vez miedo, ignorancia, incomodidad, prejuicio, no saber qué decir o cómo actuar, temor a decir algo incorrecto u ofensivo, ante la duda la evasión fue el camino más fácil. 

Vivimos en una sociedad que rinde culto a la capacidad, a la normalidad, todo lo que se desvía de esa idea a menudo es desvaluado o ignorado. 

Ese día el graffiti me enseñó algo, me recordó que mi lucha no es solo física, es por la dignidad, por la visibilidad y que mi voz es la herramienta para pedirle al mundo con amabilidad y firmeza no mires para otro lado. 

Estoy viviendo un acto de indiferencia en carne propia y aparece esa frase sublime y en ese preciso momento, para mí, desafía la casualidad pero en definitiva fue la validación más potente que podía recibir y me resultó profundamente impactante. 

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