Hola: qué bueno que estés aquí.
Quiero contarte que esta enfermedad me ha enseñado más de lo que jamás imaginé.
En otras oportunidades me referí a los síntomas, diagnóstico, tratamiento, esa sensación desconexión con mi cuerpo, esa lucha que se libra en silencio, la batalla contra la impaciencia, aprender a navegar en un mundo que no está diseñado para los que nos movemos diferente. Pero en medio de toda esa tormenta algo increíble comenzó a suceder, encontré una fuerza que no sabía que tenía y es donde mi historia dio un giro, porque la sca42 pese a todas las dificultades que presenta se convirtió en mi maestra, me obligó a detenerme, a respirar y aprender. Nada lograba intentando mantener un ritmo que no era mío, ni haciendo con gran esfuerzo las cosas que antes solía hacer.
La sca42 me obligó a ser creativa, a buscar soluciones ingeniosas para los problemas cotidianos, me enseñó que la vida no se trata de la ausencia de problemas sino de la capacidad para enfrentarlos.
Mi vida no se detuvo, se transformó. Tengo días grises y otros en los que el cansancio pesa más que las ganas, cada uno de ellos me deja una lección.
Una condición como la mía no es una sentencia, es un comienzo ya que no se trata de no caer, ni de la velocidad en la que avanzamos. La verdadera fortaleza no reside en evitar la tormenta, sino en aprender hacer el ancla, en encontrar la calma en medio del caos, la luz en los días nublados.
La vida nos ha presentado un desafío y nuestra actitud es vivirla con más coraje y amor, tomar la decisión consciente de actuar a pesar del miedo, porque se necesita coraje para caminar por una calle cuando el cuerpo no responde con el riesgo de tropezar, porque vivimos sin un guión en un futuro incierto, aún así conservamos la valentía de hacer planes y soñar. Esa valentía consiste en no esconderse y de educar al mundo con nuestra propia existencia.
Voy a dejar algo muy en claro, me niego a ser una víctima de las circunstancias.
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