Me siento fatal, permíteme explicartelo, espero que me entiendas. No estoy exagerando, es una dificultad real y agotadora.
Cuando trabajo con mi fisioterapeuta no suelo pensar en cada movimiento sino que lo hago fluido, coordinado y automático a través de la repetición y la consistencia así mi cerebelo va creando y fortaleciendo una memoria muscular o un programa motor, la mente se libera y puedo pensar otras cosas mientras me muevo. Pero qué pasa cuando intervienen dos o más profesionales con criterios totalmente diferentes, bueno, aquí está el núcleo del problema. Un día viene uno y me enseña un ejercicio de una manera determinada, una postura específica, velocidad y secuencia y mi cerebelo con mucho esfuerzo intenta crear a su tiempo ese programa motor. Al cabo de un tiempo viene otro completamente distinto, con la mejor de las intenciones y me cambia la rutina, ya no puedo automatizar ese nuevo patrón, o por lo menos no en un lapso breve de tiempo. No solo es un esfuerzo físico sino mental y termino por sentir inseguridad y desequilibrio, porque el equilibrio coordinado se basa en la confianza.
No puedo si me cambian las reglas constantemente y mi respuesta natural es la vacilación que es la antítesis de lo que necesito para funcionar.
De nada sirve ir a un centro donde se forman a nuevos profesionales, donde soy en definitiva el conejillo de India, todos quieren evaluarme y trabajar conmigo. ¿Acaso debo sentirme halagada?
Necesito que se pongan de acuerdo, requiero un plan unificado, de lo contrario me siento abrumada y no logro procesar varios enfoques diferentes.
La constancia no es una preferencia, es un Pilar fundamental en mi rehabilitación.
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